domingo, 17 de abril de 2016

El reflejo


Como siempre lo hacia se había quedado en el trabajo horas extras, no por que no necesitaba  el dinero, sino más bien por no llegar a aquel apartamento vacío que le decía “hogar”. Siempre era la misma rutina, trabajar hasta muy entrada la noche y luego irse a su apartamento a tratar de buscar un sueño que nunca encontraba porque esos recuerdos lo perturbaban de tal manera que su vida desde ese día se volvió un infierno personal.

Las cosas iban tan bien, siempre fue una persona normal, más bien nula para la sociedad. Todo era cuestión de estar en el momento equivocado en el peor lugar posible. ¿Qué le había hecho él a la vida para que eso le sucediera?, era la pregunta que siempre se hacia, noche tras noche, hora tras hora y lo único que le permitía salirse de ese infierno llamado recuerdos era su pasión desde que tenia uso de razón, por eso estudio tantos años y con tantos sacrificios que al final valieron la pena. Justo cuando estaba a punto de caer en el letargo somnoliento en el cual no se sabe si se esta despierto o dormido, donde ángeles y demonios bailan alrededor de los sueños y se juntan para que lo irreal se funda con lo real, volvían esas imágenes que hasta el ser más fuerte del mundo harían llorar.

Se levanto de la cama lentamente y con suavidad, para que los músculos adoloridos y dañados por el exceso de trabajo y falta de sueño no hicieran una de las suyas, fue al baño lavo su cara, contemplo la imagen que reflejaba el espejo y se dio cuenta que esa imagen no era su rostro, era un desconocido en el espejo, solo una vaga sombra de lo que alguna vez fue cuando era un ser humano, pero eso era parte del ciclo de la vida, cambiar de una u otra manera para bien o mal según las experiencias que te da la vida y como las interpretes.

Aun su mente no asociaba lo que puede cambiar un ser humano con una simple decisión y lo pesado de las consecuencias de los actos cometidos, así que luego de un baño rápido salio de su casa nuevamente a su oficina, el único lugar donde lograba despejar la mente por un par de horas, pero sabia que su vida aunque materialmente no se había extinguido hace tiempo que su espíritu y alma se fueron a un lugar que desconocía.

Este día fue uno como otros, caminar quince cuadras atribulas y llenas de gente que no saben por qué camina como robots si tiene cosas tan bellas a su alrededor y que no ven porque su codicia y falta de libertad de espíritu no se los permite. Comerse una comida insípida e insabora que simplemente le sirve de combustible al cuerpo para seguir en pie hasta que lo que resta de su cuerpo se evapore en el universo, porque su valor es tan pequeño que no puede quitarse la vida.

No sube por el ascensor porque, aun cuando son 10 pisos de escaleras piensa que el estar encerrado en su mente y en su dolor son suficientes. Con un aspecto sombrío y huraño con el cual decidió alejar a cualquier ser que desee acercarse a él por cualquier razón que no sea trabajo. Él, se asilo del mundo de una manera tan particular que la gente lo tildo de loco y él se preguntaba. ¿Quién en realidad es el loco, el que no ve lo que dice la mayoría o él que sigue un dogma establecido por parámetros de hipocresía y vanidad; donde vales tanto como tienes y eres simplemente un reflejo de lo que unos pocos hacen de ti?.

Siguió el camino andado anteriormente de regreso a su apartamento y al entrar, sintió que se le quemaban las entrañas por un fuego que provenía de su conciencia y de su memoria,  justo allí donde están alojados eso recuerdos que te lastiman y que no puedes cerrarlos ni callarlos de ninguna forma, puesto que si bien son parte de ti, es justamente esa parte la que más detestas.

Es la sensación más rara del mundo, el dolor que proviene de la conciencia humana, es tan doloroso, pero a la vez es tan sutil que no sabes como detenerlo. Tiene la fuerza de un tren, pero es como la suave brisa que sopla en verano. Así se siente un alma adolorida y atormentada por los recuerdos.

Esa imagen que no lo dejaba dormir, ese sueño recurrente y que lo quema a cada segundo, que le hizo perder sus esperanzas y fuerzas de vida no es más que lo que vio cinco minutos después de haber ordenado a un doctor que matara a su hijo neonato de un mes, por que su situación económica no le permitió tenerlo.


El que lee esto se preguntara como se tan bien lo que se siente el dolor de la conciencia, pues por que todos los días camino quince cuadras a mi trabajo.

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